En 1994, en un momento en que los tourbillons se volvían a poner de moda, Omega presentó un modelo situado justo en el centro de la esfera. Este reloj pionero rebosante de creatividad es uno de los tourbillons más espectaculares de la historia.
¿Dónde debe ir un tourbillon? La pregunta ha sido objeto de un apasionado debate entre los relojeros. Los puristas suelen decir que debería estar en el lado del movimiento, argumentando que el tourbillon es simplemente otra adición a los diferentes tipos de órganos reguladores, por lo que el lugar que le corresponde no está en el lado de la esfera. Así dice la doctrina más ortodoxa (si no legalista), seguida por Patek Philippe, Laurent Ferrier y otros.
Sin embargo, la tendencia en los últimos 20 años ha sido tener el tourbillon en el lado de la esfera, debido al valor de entretenimiento que agrega al reloj y sus características altamente técnicas que son tan atractivas para los coleccionistas. Para aquellos que toman ese camino, el tourbillon naturalmente ha encontrado un hogar en el lugar de las 6 en punto.
¿Porque? La explicación es ante todo técnica, al menos en lo que respecta a los movimientos de diseño tradicional. El tourbillon no se puede ubicar a las 3 en punto, porque ahí es donde está el vástago de cuerda. No puede ser a las 12, porque ahí va el barril. Eso deja un segmento entre las 6 y las 9 en punto. Por razones de equilibrio estético, la mayoría de las firmas optan por colocar su nombre a las 12 h, con el tourbillon como contrapunto a las 6 h.
Tres veces ganador Potencialmente, el tourbillon se puede colocar en cualquier lugar que no sea el mismo lugar que el barrilete o la tija de cuerda. Omega iba a ofrecer una versión completamente nueva de esa premisa. En 1994, la marca presentó su Tourbillon 5910.30, impulsado por el calibre 1170. La diferencia salta a la vista de inmediato: el tourbillon está situado en el centro, una idea de lo más ingeniosa.
En primer lugar, está el impacto visual resultante. El tourbillon se afirma con su presencia ineludible, técnica e hipnótica. La replica de Omega reforzó aún más su impacto al diseñar una gran jaula que hacía eco de su logotipo, la letra griega omega. También cabe destacar la presencia de una cantidad inusualmente grande de contrapesos alrededor del borde para proporcionar equilibrio al volante, creando inevitablemente un gran efecto. Otro detalle estético es que la marca ha utilizado ‘horas misteriosas’, con las manecillas de horas y minutos operadas por discos de zafiro invisibles. Y al colocar su tourbillon en el medio, el reloj de imitacion Omega ha explotado la curvatura natural del cristal de zafiro, debajo del cual el tourbillon encaja con total naturalidad, sin necesidad de aumentar el grosor de la caja.
La ubicación también es muy inteligente en términos técnicos. Al colocar su tourbillon en el centro, Omega ha adoptado una construcción muy vertical. El tourbillon se asienta literalmente sobre el movimiento, dejando mucho espacio disponible en el nivel inferior. Al mismo tiempo, para evitar que el reloj fuera demasiado grueso para su diámetro (solo 38 mm), Omega optó por una construcción bâti-fond. Este método, popularizado por el reloj Swatch, consiste en utilizar el propio fondo de la caja como placa base que soporta ciertos componentes del movimiento. Desarrollada por el relojero Maurice Grimm y el ingeniero André Beyner, la técnica dio como resultado la replica de reloj de cuarzo más delgada del mundo (2 mm, incluida la caja). Y, por último, vale la pena señalar que la masa oscilante de platino del modelo está descentrada, un hecho poco común en la relojería que contribuye aún más a la naturaleza eminentemente singular del movimiento, construido únicamente para este modelo de replica de tourbillon central específico.
Un legado prestigioso El tourbillon central se convirtió gradualmente en un sello distintivo de Omega (así como del relojero independiente Beat Haldimann). Pasaría la mejor parte de diez años antes de que la marca presentara otra nueva variación en 2002, el Tourbillon Central 5113.30.00 (calibre 2600B) con certificación COSC. El movimiento base era, de hecho, el mismo que el de la versión de 1994, lo que demuestra su extrema fiabilidad y precisión. En 2010 le seguiría una versión esqueletizada, el calibre Omega Co-Axial 2636, también certificado por el COSC.
En 2020, apareció una nueva variación, que se distingue por el hecho de que es un movimiento de cuerda manual, mientras que las versiones anteriores eran automáticas: una punta de sombrero deliberada para el primer reloj de pulsera con tourbillon fabricado por Omega, allá por 1947. Dicho esto , el reloj tributo de 2020 también inicia un nuevo capítulo en la historia del cronometraje: además de contar con la certificación COSC, como en 2002, este falso tourbillon central es el primero en la historia de la Manufactura en recibir la certificación Master Chronometer.